Daniel 'Pipi' Piazzolla, nació en 1972 en Buenos Aires. En 1992 se graduó en el Musicians Institute de Los Ángeles y es un referente del jazz en Argentina. Baterista eximio, integra desde hace más de dos décadas el sexteto Escalandrum, bautizado así en homenaje a los tiburones que su abuelo Astor gustaba de atrapar.
En los últimos días, Pipi se hizo viral en redes gracias a una publicación referida a su abuelo, pero que no está relacionada con la trayectoria musical del creador del tango fusión, ni con la suya propia.
“¿Les gustaría tener una receta de la comida preferida de Astor Pantaleón?”, preguntó en Facebook antes de ofrecer una receta de fideos que su abuelo “comía por lo menos una vez por semana". La salsa es de preparación sencilla, y abunda en un ingrediente de fuerte sabor "¡Si no te gusta el ajo, ni lo intentes!”, advierte.
El artista subraya que es una receta “muy simple” y que “viene de Piazzolla en Piazzolla desde hace por lo menos cinco generaciones, desde mi tatarabuelo hasta mí mismo”.
Se trata de la “salsa Piazzolla para vermicelli”, que, preparada en las proporciones indicadas por el artista, rinde para cuatro comensales.
Requiere “500 gramos de fideos. Si andás con guita, comprá fideos italianos en caja, sino Matarazzo y listo”, indica, mencionando una marca común en Argentina y que aquí podemos sustituir por cualquiera del mercado nacional.
“Picá bastante ajo (3 o 4 dientes, o más), abrí dos latas de pure de tomate Salsati (La Campagnola), aceite de oliva, preferentemente italiano, una cucharadita chiquita de azúcar, albahaca fresca, 8 o 9 hojas o más”, enumera Daniel, y agrega el único elemento oneroso de la receta: “un vino tinto de buenísima calidad”. Además de lo antedicho, la receta incluye “queso rallado a gusto”, aunque el autor recomienda no incorporarlo a la preparación inicial sino “rallarlo sobre el plato”, al momento de comer.
“En una ollita poné aceite de oliva que cubra el fondo y un poco más. Ponelo a calentar y cuando empiece a hacer ruidito, tirale los dientes de ajo picados. Cuando se empiecen a dorar (medio doraditos, no mucho) tirale las dos latas de tomate adentro y revolvé con una cuchara, de madera en lo posible. Dale que te dale hasta que se consuma un poquito, y ponele sal a piacere. Acto seguido, agregale la cucharita con azúcar y una copa o vaso generoso del vino tinto”, líquido este último que, insiste, debe ser “finoli”.
“¡El aroma que desprende ya te hipnotiza!”, asegura el músico, quien luego describe que “la salsa pasa de un color rojo a un rojo bastante oscuro”, y que se debe “cocinar a fuego lento, hasta que el alcohol del vino se evapore, (ojo, todo más o menos). Cuando la salsa este más o menos espesa, apagá el fuego, tirale las hojas de albahaca y sin revolver, tapa la ollita”.
Una ves hecho esto, “poné la olla a un costado, hasta que los vermicelli estén a punto ¿cómo te das cuenta? sacá de vez en cuando un fideo y tiralo contra el azulejo, cuando el fideo se queda pegado al azulejo, ya está”, asegura, reproduciendo un “truco gastronómico” poco ortodoxo.
Finalmente “colá los fideos, servillos y metele un cucharonazo bien abundante a cada plato”, concluye.