Elaboración

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), indica que la necesitamos para "la formación y mantenimiento adecuados del material intercelular, sobre todo del colágeno", una proteína necesaria para ayudar a cicatrizar heridas. Además, y según el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, colabora en la absorción del hierro presente en los alimentos de origen vegetal, "y contribuye al buen funcionamiento del sistema inmunitario para proteger al cuerpo contra las enfermedades".

Las verduras de hojas verdes de color oscuro, como la espinaca, contienen más vitamina que las de hojas pálidas, como la lechuga o el repollo. El maíz, así como cereales y legumbres, también contribuyen, pero no de manera significativa. Por el lado de los productos de origen animal, las cantidades que aportan son reducidas.

Es importante tener en cuenta que "la cocción prolongada de cualquier alimento puede destruir gran cantidad de la vitamina C que contenga", informa FAO. Sin embargo, la mayoría de las frutas y verduras que la incluyen, pueden ingerirse crudas.

El mito del resfrío

Durante mucho tiempo, e incluso en la actualidad, mucho se habla sobre la importancia de consumir vitamina C para evitar resfriarse. Sin embargo, varios estudios demuestran que, en la mayoría de las personas, los suplementos de esta vitamina no reducen el riesgo de contraer la enfermedad. Lo que sí puede llegar a ocurrir es que, quienes deciden consumirla, pueden tener síntomas más leves.